Entender el trastorno de pánico: Síntomas, causas y tratamientos

El trastorno de pánico es un trastorno mental común y a menudo incapacitante, caracterizado por súbitos e intensos sentimientos de miedo y ansiedad. En este artículo, exploraremos la definición, los síntomas, las causas y las opciones de tratamiento del trastorno de pánico, junto con información importante sobre técnicas de diagnóstico y control. Si tú o alguien que conoces está afectado por el trastorno de pánico, sigue leyendo para saber más.

Definición

El trastorno de pánico es un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por ataques de pánico recurrentes e inesperados, no es tan simple como reducirlo o decir que se es ”nervioso”, ante lo cual debe ser debidamente diagnósticado por un psicólogo o profesional de la salud. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5), un ataque de pánico se describe como el inicio brusco de un intenso miedo o malestar que alcanza su punto álgido en cuestión de minutos.

Las personas que sufren un ataque de pánico pueden sentir la sensación de que se cierne un peligro inminente y la sensación de perder el control. También pueden experimentar síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores o falta de aire. El trastorno de pánico se diagnostica cuando los ataques de pánico son recurrentes y van seguidos de al menos un mes de preocupación persistente por sufrir otro ataque, o por las posibles implicaciones o consecuencias de los ataques de pánico, o por un cambio significativo de comportamiento relacionado con los ataques.

Este trastorno puede resultar muy angustioso y perturbador para la vida de una persona, ya que a menudo conduce a una alteración significativa de diversas áreas, como el trabajo, las relaciones sociales y la calidad de vida en general. También puede estar asociado a otras enfermedades mentales, como la depresión, y puede dar lugar al desarrollo de fobias u otros trastornos de ansiedad si no se trata.

Síntomas

Los síntomas del trastorno de pánico pueden ser de naturaleza física y psicológica. Los síntomas físicos pueden incluir palpitaciones, sudoración, temblores, sensación de falta de aire o asfixia, sensación de ahogo, dolor o molestias en el pecho, náuseas o malestar abdominal, mareos, desmayos, sensación de irrealidad o de estar desconectado de uno mismo, y miedo a perder el control o como lo describe la gente, esa sensación de “volverse loco”. Por otra parte, los síntomas psicológicos pueden comprender un miedo intenso, la sensación de que se avecina un peligro y una sensación abrumadora de terror. Es importante tener en cuenta que estos síntomas no se explican mejor por otra enfermedad médica o de salud mental, y no son debidos a los efectos de una sustancia o medicamento.

Además, las personas con trastorno de pánico también pueden experimentar ansiedad anticipatoria, que implica preocuparse por la posibilidad de sufrir futuros ataques de pánico. Esto puede provocar cambios significativos en el comportamiento, ya que pueden empezar a evitar ciertos lugares o situaciones en las que temen que se produzca un ataque, lo que puede afectar a su funcionamiento diario y a su bienestar general.

Factores de riesgo y causas

No se comprenden totalmente las causas exactas del trastorno de pánico aún, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, biológicos y medioambientales. Hay pruebas que sugieren que una historia familiar de trastorno de pánico u otros trastornos de ansiedad puede aumentar el riesgo de que una persona desarrolle el trastorno. Además, los factores estresantes de la vida, las grandes transiciones vitales y otros acontecimientos estresantes también pueden contribuir a la aparición del trastorno de pánico.

Las personas con tendencia a ser más sensibles a las sensaciones físicas o más propensas a sentir ansiedad y estrés pueden correr un mayor riesgo. También se cree que desempeñan un papel los desequilibrios de la química cerebral, en particular los que afectan a los neurotransmisores serotonina y noradrenalina. Además, ciertos cambios en el funcionamiento del cerebro, así como las respuestas excesivas o inadecuadas al estrés, pueden estar implicados en la manifestación de este trastorno.

Terrificantes y angustiosos ataques de pánico

Los ataques de pánico asociados al trastorno de pánico son increíblemente angustiosos y pueden producirse súbita e inesperadamente, sin previo aviso. La experiencia de un ataque de pánico puede ser realmente aterradora, ya que provoca un miedo intenso y una abrumadora serie de síntomas físicos y psicológicos. Las personas pueden sentir que están teniendo un ataque al corazón, y la intensidad de los síntomas puede ser increíblemente incapacitante. No es raro que las personas busquen tratamiento médico de urgencia durante un ataque de pánico, para descubrir después que los síntomas están relacionados con un trastorno psicológico, y no con una urgencia de salud física.

Las manifestaciones físicas comunes de los ataques de pánico incluyen un ritmo cardíaco rápido y fuerte, sudoración profusa, temblores o sacudidas, sensación de falta de aire o asfixia, y sensación de ahogo. Otras personas pueden experimentar dolor o malestar en el pecho, mareos, vértigo, escalofríos o sensación de calor. El impacto psicológico puede ser igualmente angustioso, y a menudo implica un intenso miedo a perder el control, sentirse ajeno a la realidad y una sensación de peligro inminente.

Complicaciones

Si no se trata, el trastorno de pánico puede conducir a varias complicaciones que afectan significativamente a la calidad de vida, siendo incapacitantes. La frecuencia y gravedad de los ataques de pánico pueden dar lugar al desarrollo de fobias específicas relacionadas con determinadas situaciones o ambientes en los que se hayan producido los ataques. Esto puede llevar a la persona a evitar estos lugares, lo que puede limitar su capacidad para realizar actividades cotidianas o llevarle a evitar ciertas interacciones sociales. En los casos graves, las personas afectadas pueden quedarse confinadas en casa, en una situación conocida como agorafobia, por el miedo a sufrir un ataque de pánico en una situación en la que el escape puede ser difícil o no haya ayuda disponible.

Además, la naturaleza crónica y generalizada del trastorno de pánico puede contribuir al desarrollo de otros trastornos mentales, como la depresión y el abuso de sustancias. El miedo constante y la preocupación por cuándo puede ocurrir el próximo ataque de pánico pueden afectar significativamente al bienestar emocional de la persona, provocando sentimientos de desesperanza y desesperación. A su vez, esto puede llevar a la automedicación mediante el consumo de alcohol o drogas, contribuyendo al desarrollo de problemas de abuso de sustancias en un intento de aliviar la angustia emocional causada por el trastorno.

Diagnóstico

El diagnóstico del trastorno de pánico suele basarse en una evaluación exhaustiva de los síntomas y la historia clínica de la persona. Un profesional sanitario, como un médico de atención primaria o un profesional de la salud mental, llevará a cabo una evaluación exhaustiva para descartar cualquier afección médica potencial que pueda estar contribuyendo a los síntomas. Esto puede implicar un examen físico, así como diversas pruebas de laboratorio para asegurarse de que los síntomas no son el resultado de un problema médico subyacente.

Una vez descartadas las causas médicas, un profesional de la salud mental, como un psiquiatra o un psicólogo, puede realizar una evaluación psicológica para evaluar la naturaleza y gravedad de los síntomas. Esto puede implicar la utilización de valoraciones clínicas específicas y criterios diagnósticos según se expone en el DSM-5. Es importante que en el momento de hablar con un profesional de la salud, ser sinceros y abiertos respecto a los síntomas y su repercusión en la vida diaria, para garantizar un diagnóstico preciso y elaborar un plan de tratamiento adecuado y eficaz.

Enfoques de tratamiento – Psicoterapia

La psicoterapia, también conocida como terapia verbal, es un componente fundamental del tratamiento del trastorno de pánico. Una de las formas de psicoterapia más utilizadas para este trastorno es la terapia cognitivo-conductual (TCC). La TCC se centra en ayudar a las personas a comprender y cambiar sus pensamientos y comportamientos relacionados con la ansiedad y el pánico. Puede ayudar a las personas a identificar y cuestionar los patrones y creencias de pensamiento inadaptados que contribuyen a la experiencia del pánico, así como a desarrollar estrategias de afrontamiento para controlar y reducir sus síntomas.

La terapia de exposición, que es una técnica específica dentro del ámbito de la TCC, también puede utilizarse para ayudar a las personas a afrontar y acercarse gradualmente a las situaciones o entornos que han estado evitando debido a su trastorno de pánico. Esto puede ayudarles a ganar confianza y reducir el miedo y la ansiedad asociados a estos desencadenantes, lo que en última instancia conduce a una mejora de su funcionamiento general y de su calidad de vida.

Medicamentos

Los medicamentos también pueden formar parte del plan de tratamiento integral del trastorno de pánico. Con frecuencia se recetan medicamentos antidepresivos, en particular inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) e inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), para ayudar a controlar los síntomas del trastorno de pánico. Estos medicamentos actúan regulando los niveles de neurotransmisores en el cerebro, lo que puede ayudar a reducir la frecuencia y la gravedad de los ataques de pánico y los síntomas asociados.

Además de los antidepresivos, pueden recetarse medicamentos ansiolíticos, como benzodiacepinas, para aliviar a corto plazo los síntomas agudos de pánico. Sin embargo, estos medicamentos suelen utilizarse con precaución debido a su potencial de tolerancia, dependencia, efectos secundarios y síntomas de abstinencia con el uso a largo plazo. Se suelen recomendar para su uso a corto plazo o según sea necesario en situaciones concretas, como la presencia de ataques de pánico persistentes y graves. Es importante siempre contar con la guía y seguimiento de un profesional.

Estilo de vida y autocuidado

Además de la psicoterapia y la medicación, las personas con trastorno de pánico pueden beneficiarse de incorporar hábitos de vida saludables y prácticas de autocontrol a su rutina diaria. La actividad física regular, como el ejercicio aeróbico, ha demostrado ser eficaz para reducir la ansiedad y el estrés, y puede ser especialmente beneficiosa para las personas con trastorno de pánico. Practicar técnicas para reducir el estrés, como la meditación de atención plena, ejercicios de respiración profunda y relajación progresiva de los músculos, también puede ayudar a las personas a controlar sus síntomas y mejorar su sensación general de bienestar.

Aparte de la psicoterapia y la medicación, las personas con trastorno de pánico pueden beneficiarse de incorporar hábitos de vida saludables y prácticas de autocontrol a su rutina diaria. Evitar el exceso de cafeína, alcohol y nicotina, así como asegurarse una dieta sana y equilibrada, puede contribuir a un estado de ánimo más estable y a una menor susceptibilidad a los síntomas del pánico. Establecer un horario de sueño regular y dar prioridad a un descanso y relajación adecuados también es importante para controlar la ansiedad y promover el bienestar mental. Participar en actividades y conexiones sociales significativas, así como buscar el apoyo de amigos, familiares o grupos de apoyo, puede proporcionar un valioso refuerzo emocional y ayudar a afrontar los retos que plantea el trastorno de pánico.

Conclusión

En conclusión, el trastorno de pánico es una afección de la salud mental que puede llegar a ser bastante incapacitante para las personas que lo padecen, caracterizado por ataques de pánico súbitos e intensos. Es importante reconocer los síntomas, que a menudo se manifiestan a finales de la adolescencia o a principios de la edad adulta, y es importante buscar el diagnóstico de un profesional para un tratamiento adecuados. Aunque la causa del trastorno de pánico sigue estudiándose, hay tratamientos eficaces, como la psicoterapia y la medicación, así como técnicas de autocontrol, que pueden ayudar a las personas a controlar y aliviar sus síntomas. Es esencial buscar ayuda profesional para tratar el trastorno de pánico y mejorar la calidad de vida.

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2 comentarios

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